Y lo peor de todo es que sus esbirros, esos que cobran cientos de miles de euros por hacer que trabajan son tan incompetentes como el mismo, o son tan vagos que se limitan a copiar fraseología de una y otra parte, luego lo ordenan y pegan y ya está: discurso del señor presidente de España ante, en esta ocasión, el mundo del turismo.
Lo malo es que si uno tiene que escuchar al habitante de La Moncloa o tiene que leer lo que ha dicho por si acaso suena la flauta y ha apuntado algo lucido, te das cuenta que seguimos inmersos en ese etapa de políticos vacíos y hueros que solo saben leer lo que les ponen delante, pero que no dicen nada de nada.
Y es que intelectualmente atravesamos un paramo de líderes que no solo saben vivir del cargo, pero que no aportan ni un gramo de peso o poso a la vida política. Eso si, se las dan de grandes dirigentes y creen que pasaran a los libros de historia como grandes personajes de la vida española. Nada mas lejos de la realidad.
Ahora bien, no le quepa la menos duda de que en unos años España será el faro de una resurrección de no se sabe muy bien que, pero antes las tendremos que pasar canutas, porque estos intelectuales lo que si saben hacer es gastarse los dineros como si fuesen suyos, que no lo son y que luego tenemos que pagar los demás.