En efecto, no se sabe quien le ha recomendado o si ha sido una decisión personal, pero tras los últimos acontecimientos y dada la peculiar personalidad del ex, quizá lo mejor haya sido, precisamente, su ausencia. ¿Se imagina alguien cual habría sido su postura, su actuación, sus gestos?
Con toda seguridad, su afán de protagonismo hubiese terminado con la paz con la que ha trascurrido el evento, por otra parte absolutamente medido y cuidado para cumplir con las normas que la pandemia aconseja.
En otro orden de cosas, el discurso del nuevo presidente ha contenido todos los elementos que una tradicional toma de posesión requiere. No ha habido, pro otra parte, ninguna frase titular, porque Biden, como viejo político cambia los mensajes con tomas de decisiones – y para ello ha firmado unos cuantos decretos que modifican las actuaciones de su predecesor - que es lo que mejor entenderán sus votantes.
Eso si ha insistido con contundencia y claridad a la necesidad de recuperar la unidad, y la unidad de todos, con unos “estados Unidos” de verdad marchando al unísono para recuperar el liderazgo del país.
Ahora solo queda esperar y ver si las esperanzas levantadas de pacificación y unidad se cumplen. Estados Unidos saldrá ganando y el resto de los países lo agradeceremos.